Hace casi un siglo, Dale Carnegie contó la siguiente historia:
«Dos hombres se encontraban cortando leña. Uno de ellos trabajó duro todo el día y no se detuvo a descansar. El otro descansó varias veces durante el día. Al atardecer, el primer hombre se perturbó al ver que su compañero había cortado más leña que él y le dijo: “No lo entiendo. Cada vez que miré alrededor, estabas sentado, y sin embargo cortaste más leña que yo”. Su compañero le preguntó: “¿También te diste cuenta de que mientras estaba sentado estaba afilando mi hacha?”».
Como empresarios y líderes, no es momento de quedarnos sentados, sino de pasar a la acción y de ser mejores para producir mejores resultados. Debemos “afilar nuestra hacha”: mejorar lo necesario, estudiar, adquirir nuevas capacidades, planear, ejecutar los planes atrasados, establecer procedimientos, medir los resultados de nuestras acciones, fortalecer las relaciones con los involucrados en nuestra cadena de operación, reatroalimentarnos con nuestros clientes, etc.
Por supuesto, es siempre necesario tener un ritmo de trabajo apropiado para el logro de nuestros objetivos, pero tomémonos el tiempo, todos los días, para afilar nuestra hacha. Los resultados serán notorios no solo en nuestra vida, sino también en nuestros equipos y en nuestra compañía.
VINCIT QUI SE VINCIT